País de falsos
Los colombianos asistimos anestesiados a nuevos escándalos, uno sobrepasa el otro y casi nunca una reacción dura más de un día. Parecemos un país condenado a sumirse en la corrupción, sin que muchas veces los responsables de estos hechos paguen por sus delitos. Corrupción-impunidad parece un binomio de nunca acabar. De hecho, aparecer en la lista de países corruptos en el puesto 80 parece “mucho premio” para lo que tenemos que soportar a diario. Al parecer, ningún gobierno se escapa de estos escándalos. Funcionarios, a veces, en complicidad con particulares van generando nuevos casos de corrupción y, los colombianos impávidos o tal vez acostumbrados o anestesiados no nos quejamos y dejamos que pasen como si nada sucediera. Y en ese carrusel se van montando, por ejemplo, los falsos positivos, las falsas desmovilizaciones, las falsas víctimas y los falsos desplazados, además de otros hechos que uno tras otro puede ser más grave, pero no pasa nada. Por eso ahora estamos frente al esp