Paz armada
Definitivamente el proceso de
paz que se inició en Oslo, Noruega entre el gobierno Santos y las FARC se va a
adelantar en medio del fuego cruzado a pesar que una gran parte de la sociedad
pidió que este se adelantara con un cese unilateral de hostilidades.
Los jefes guerrilleros enviaron
un mensaje claro al país durante su intervención en la apertura de la mesa:
vamos hacia el mantenimiento de su accionar terrorista con muertos y heridos,
tanto civiles como miembros de las fuerzas militares y de policía, mientras se
negocia la paz.
Y lo han demostrado después de
abiertas las negociaciones. Han seguido con su lucha frontal contra el Estado,
a través de acciones que han afectado varios departamentos, queriendo demostrar
que se mantienen vigentes y con un poder suficiente para exigir en la mesa de diálogo.
Se nos vendió la idea desde el
Gobierno Nacional y de sus Fuerzas Militares que estábamos frente a un grupo
terrorista debilitado, lo suficientemente golpeado como para creer que prácticamente sentados en la mesa de
negociaciones, la firma de la paz iba a ser un acto protocolario.
Pero no fue así, no solo
asistimos a la continuación de la acción terrorista, sino que sus jefes,
convertidos en negociadores, le notificaron al país que están allí para seguir combatiendo
al Estado. Nos advirtieron que lo que no han logrado por las armas lo buscarán
en una negociación aunque no sorprende porque se trata de un discurso que les
conocemos desde hace muchos años, ya que
lo repiten en cada una de las fallidas negociaciones de gobiernos
anteriores.
El mensaje no fue nuevo, al
contrario, se tornó más radical y es poca la confianza que hoy tenemos en el
desenlace de estos diálogos. Se mostraron más desafiantes y lo más preocupante,
mientras el presidente Santos habló de tiempos cortos, las FARC plantearon
tiempos indefinidos.
Así las cosas sería bueno saber
realmente hacia dónde vamos en este proceso: dilación para fortalecerse
militarmente y ganar un espacio político perdido hace varios años, una nueva
frustración o un gobierno fuerte, capaz de hacer que años de violencia se
acaben, pero sin ceder ni negociar la democracia y el Estado.
Es claro que se necesitan
cambios estructurales para que se garantice un verdadero acceso a la educación,
la salud, la vivienda para que haya igualdad de oportunidades. Aunque se han hecho avances, se necesita que
los colombianos, especialmente, los niños y jóvenes tengan acceso a esos
derechos constitucionales. , de manera que se le quite gran parte del discurso
con el que justifican su accionar terrorista.
En la Habana lo que esperamos
es que las instituciones se salvaguarden y que la democracia a pesar de sus
defectos se mantenga y no vayamos a un nuevo desafío terrorista que nos haga
caer definitivamente en el vacío.
@jcontrerasa
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