Encuentros soñados hechos realidad



Hola a todos (as):

Quiero agradecerles por su apoyo a una causa que terminó siendo de muchos y que llegó incluso más allá de las fronteras físicas y se convirtió en una línea de unión de padres que sufren el mismo dolor, la misma angustia y el mismo clamor: estar al lado de nuestros hijos.

Fue una línea de unión a pesar de los miles de kilómetros que nos separan porque es una lucha común con diferentes matices, con diferentes actores, con diferentes caminos andados. Hemos tenido que pasar por la indiferencia en los despachos oficiales, por la justicia a veces injusta, por el desamor de madres que olvidan que un padre tiene no solo obligaciones sino que también tiene derechos.

Han sido años, meses o quizás días, pero es que cada segundo, cada minuto, cada hora cuenta y se traducen en momentos dolorosos de separación obligada no pedida, ni siquiera deseada. Un hijo, separado en esas condiciones, duele. Es que nunca era el escenario deseado. En mi caso, fue una lucha de tres años; el de muchos tal vez más, quizás menos pero, sin duda, la misma angustia, la misma rabia, las mismas ganas de gritar tanta injusticia.

Muchos decidimos callar esperando que alguien recapacitara y se diera cuenta del error, o que la justicia decidiera pronto, o que una entidad estatal hiciera lo que tenia que hacer, pero el tiempo seguía pasando y la ausencia obligada nos separaba más de nuestros hijos (as).

El silencio me fue llenando el corazón, se iba hinchando, latía menos fuerte de tanto dolor acumulado hasta que no pude más. Y decidí que era el momento de actuar en otro frente, de reclamar, de decirle al mundo que era hora de encontrar una salida, que necesitaba que se hiciera justicia, no solo por mí sino por quien era un ausente. Y lo hice público y encontré apoyo. Le agradezco mucho a todos lo medios de comunicación que se hicieron eco de esta angustia.

Y de allí nació una cadena de padres en las mismas condiciones que las mías, con el mismo silencio que necesitaba romperse, con el mismo deseo de gritar y con la misma necesidad de ser escuchados en las entidades oficiales, en los juzgados, en las comisarías de familia.  Hoy tenemos la misma causa por la cual luchar y esa será una causa en la que seguiré participando porque no encuentro razonable que un hijo sea separado de su padre que lo quiere ser. Continuaré luchando porque somos muchos los que hemos reclamado DERECHO A PAPÁ.

Hoy, después de tres años de lucha finalmente llegó el momento anhelado, el momento soñado, el momento por el que había emprendido una lucha que ahora comparten muchos padres o muchos amigos (as) que nacieron de este llamado a la racionalidad y al acto de justicia que reclamamos después de romper el silencio.

Quiero contarles que he podido ver a mi pequeño Ismael tras la intervención del ICBF, que le pude celebrar su tercer cumpleaños y que a partir de este fin de semana lo podré tener conmigo disfrutando nuestro tiempo juntos fuera de un espacio cerrado.

Hace cerca de un mes se regularon las visitas y desde entonces a diario lo puedo escuchar decir “papi te amo” o lo veo mostrándome su habitación, sus juguetes, su entorno. Y entonces le digo cuanto lo amo y muchas cosas más tratando de responderle a miles de palabras que me dice y que, aunque a veces no logro entender, desde el fondo de mí hago un enorme esfuerzo para descifrarlo. También me comparten en fotos o en videos su día a día.

He sido feliz. Agradezco esa comunicación facilitada y esa disposición para acercarnos. Han sido minutos que tienen un gran valor. El tiempo no se va a recuperar pero hacia el futuro será toda la vida compartida, por eso espero que el proceso iniciado siga adelante porque Ismael y yo lo merecemos y, lo necesitamos. 

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