Radicalismos peligrosos
Lo sucedido con el atentado terrorista
en el Centro Comercial Andino desnudó nuevamente lo que somos como colombianos.
Desde hace unos cuantos años el país está dividido entre Uribistas y Santistas,
entre los amigos de la paz y los enemigos de la paz, entre la derecha y la
ultraderecha. Los términos medios desaparecieron en esta absurda visión de lo
que sucede a nuestro alrededor.
En lugar de una solidaridad
frente al acto criminal, las redes sociales se inundaron de mensajes de odio por
parte de uno y otro bando, no se salvó ninguno. Sin importar quien arrancó con
la andanada de odios las redes sociales se llenaron de mensajes en contra o a
favor del gobierno, en contra o a favor de los uribistas.
Da tristeza que apenas se conoció
sobre lo ocurrido, con los heridos apenas llegando al hospital, con el balance
parcial de personas fallecidas y sin que las autoridades tuvieran la certeza de
los autores del atentado, el país ya estaba en una discusión absurda. Las redes
se iban llenando de palabras en las que se destilaba toda la pobredumbre
posible.
Hubo quienes pidieron de
inmediato la renuncia del Presidente Santos y adelantar las elecciones previstas
para mayo del próximo año. Otros acusaron al gobierno de ser responsable como
efecto de las negociaciones de paz con la guerrilla. Unos cuantos más salieron
a decir que fue la ultraderecha y se atrevieron a señalar que era una acción
con el sello del expresidente Uribe.
Y así se nos fue pasando la tarde
noche del sábado, cientos de mensajes, miles de palabras con culpas ajenas y la
solidaridad quedó en un segundo plano. Lo importante culpar a alguien o
presumir quien era responsable. Nos olvidamos de las tres mujeres que murieron y
de los heridos. Lo importante era utilizar políticamente el hecho. Volvió a salir
lo que somos desde hace unos cuantos años: amigos o enemigos de la paz.
Aunque hasta el momento no se sabe quién o quiénes
fueron los autores del atentado criminal, el Presidente Santos ya ha hablado de
indicios serios de los responsables. Esperamos que pronto se conozcan los
resultados de las investigaciones, que quienes lo cometieron sean capturados,
pero sobre todo que la verdad, sea cual sea, no sea utilizada políticamente. Lo
importante es que estos hechos no queden en la impunidad.
El espectáculo en las redes
sociales fue deprimente, los dos bandos en que se encuentra dividido el país
quisieron sacar réditos propios y mientras tanto los que no pertenecemos a uno
u otro quedamos a la espera de que los familiares de las víctimas y la sociedad
entera tengamos pronto los resultados de las pesquisas y una respuesta concreta
sobre quienes fueron los responsables de tan lamentable hecho.
Lo que sí es claro es que un
hecho terrorista como el del CC Andino merece todo el repudio. No es posible
que personas inocentes se sigan convirtiendo en víctimas del absurdo y la
locura de unas mentes perversas. En eso no puede haber términos medios. Deberíamos
unirnos como nación, repudiar lo sucedido y exigir acciones concretas para
castigar a los responsables.
A quienes han cuestionado las
negociaciones de La Habana no se les puede calificar de enemigos de la paz; a
quienes respaldan los acuerdos no se les puede calificar de amigos del
terrorismo. Ni lo uno ni lo otro. No todos los que se han opuesto ni los que
han apoyado los diálogos son militantes de algún partido o movimiento político.
Muchos de los que votaron SI o NO en el plebiscito por la paz lo hicieron por convicción
personal. De manera que matricular a alguien como amigo o enemigo de la paz es
un despropósito.
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