Dejar las mezquindades
Se abre paso y esperamos
que no sea un sueño frustrado, la construcción del metro de Bogotá. Por más de
60 años hemos tenido que vivir con una falsa ilusión, con anuncios, maquetas, animaciones
y cheques sin fondos, pero el anuncio del Consejo de Política Económica y
Social, CONPES de declarar a la primera línea del metro de Bogotá como ‘de
importancia estratégica’ abre la posibilidad, esperamos real, a que esta vez,
por fin, la ciudad contará con esta importante obra.
No hay más márgenes de
espera, no puede haber más ilusiones perdidas, este es el momento no sólo
porque el documento CONPES abre una ventanita sino porque es una necesidad. Se
requiere de su construcción para brindarle a los usuarios una alternativa que
complemente el actual esquema de manera que se incluya a los articulados de
Transmilenio y el Sistema Integrado de Transporte Público, SITP.
Aunque el anuncio es
positivo, no faltan quienes lo ponen en entredicho. Lamentablemente son
sectores que durante los últimos tres gobiernos en Bogotá, no solo no hicieron
sino que ahora no quieren dejar hacer. Son posiciones mezquinas y, en algunos
casos, politiqueras.
El argumento es que no hay
estudios que soporten la construcción del metro elevado y sustentan su posición
en que la administración Petro si tenía los estudios para que este fuese subterráneo.
Planeación Nacional fue claro en advertir que el CONPES fue aprobado porque la
compañía Systra contratada por la Financiera de Desarrollo Nacional hizo un
estudio socioeconómico que permitió determinar la viabilidad del proyecto.
Ese operador de fama
mundial y experto en temas de metros tuvo en cuenta variables como la reducción
en tiempos de desplazamiento, reducciones en accidentalidad, reducciones en
contaminación para conceptuar que el metro elevado no solo era viable sino que
frente al metro subterráneo era económicamente más factible debido a la devaluación
de la tasa de cambio que generaba costos potencialmente adicionales. Se concluyó
que, en esas condiciones, de construirse el proyecto anterior solo alcanzaría hasta
la calle 53 y no hasta la 100 como estaba previsto.
De manera que la
viabilidad del proyecto existe y así lo determina el estudio al que nos
referimos anteriormente. Ya se surtieron dos pasos fundamentales: las
aprobaciones del CONFIS y el CONPES, solo falta que el Concejo de Bogotá
apruebe las vigencias futuras para que la Nación y el Distrito firmen el
convenio de cofinanciación que de vía libre a la apertura de la licitación.
Este proceso debe surtirse
antes del 11 noviembre fecha en la que entra en vigencia la ley de garantías. Esperamos
que el Concejo no sea inferior a su responsabilidad y no se convierta en una
talanquera que ponga en riesgo la ejecución de esta necesaria obra que podría iniciarse
en el 2019 y demorar unos cinco años. Tal como lo prevé la ley el Gobierno
Nacional deberá financiar el 70% del proyecto, es decir, 9.09 billones de pesos,
mientras que el Distrito pondrá el 30% restante equivalente 3.86 billones de
pesos. El costo total de la obra es de 12.94 billones de pesos.
Según el documento CONPES
de los 12,94 billones, 6,93 billones serán para las obras civiles, el viaducto,
el patio taller y vías. El costo del material rodante se estimó en 3,93
billones de pesos y la gestión social y de predios, en 1,43 billones. El
traslado anticipado de redes de servicios se calcula en 291.237 millones de
pesos y la interventoría, en 366.391 millones de pesos.
El metro elevado tendrá en
su primera fase una extensión de 23,96
kilómetros y contará con 15 estaciones, 10 de ellas integradas a Transmilenio e
iría desde la Avenida Villavicencio hasta la calle 72 con Avenida Caracas. Se
trata de un proyecto que complementará la red de Transmilenio a la que se sumarán
próximamente las troncales de la Avenida 68, la Avenida Boyacá y la Avenida
Ciudad de Cali y el Sistema Integrado de Transporte, SITP.
Bogotá requiere con
urgencia un sistema eficiente de transporte público y el metro es un aporte importante en ese
propósito. No podemos actuar en este momento con mezquindades ni oportunismos
politiqueros tratando de desvirtuar un proyecto necesario bajo el supuesto de
que la propuesta del anterior gobierno de Bogotá era mejor.
Se ha dado un paso
fundamental con el documento CONPES no desaprovechemos esa oportunidad. La
ciudad no aguanta más promesas, ni estudios, ni maquetas, ni frustraciones. Es
hora de unirnos en torno a una obra que debe contribuir a solucionar el
problema de movilidad en la ciudad, pero sobre todo para mejorar el servicio a
los usuarios.
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