De glorias y fracasos

En un país de extremismos como el nuestro, cuando algún deportista (individual o colectivamente) obtiene un triunfo, creemos que es el mejor del mundo o cuando pierde, creemos que es el peor del mundo. No reconocemos la capacidad de los oponentes sino que a los nuestros les damos un valor superlativo exagerado o los menospreciamos también de manera exagerada dependiendo como les vaya. Pues ni lo uno ni lo otro. Ni somos los mejores del mundo ni tampoco los peores. Las glorias deben ser vistas como eso y celebrarlas, los fracasos deben ser vistos como tal y reconocer que los demás fueron superiores y que, seguramente, habrá la oportunidad de lograr el triunfo. Lo que sucedió en la vuelta a Francia de este año nos muestra un poco eso. Durante dos semanas cuatro ciclistas colombianos estaban entre los diez primeros, Egan, Supermán López, Nairo y Rigoberto Urán. Nos ilusionamos, nos hicieron vibrar, soñamos nuevamente con ganar la más importante prueba ciclística por etapas. En la seman